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La Reforma de la Semana Santa: Del Lunes al Jueves Santo

La Reforma de la Semana Santa: Del Lunes al Jueves Santo

Segunda parte de la serie sobre la Semana Santa Tradicional y su reforma preconciliar.

LUNES SANTO

Cambio: Se prohíbe la oración “contra persecutores Ecclesiæ” y la oración por el Papa. 

La oración decía: “Ecclesiae tuae, quaesumus Domine, preces placatus admitte; ut destructis adversitatibus et erroribus universis, secura tibi serviat libertate” [“Te rogamos, Señor, acojas benigno las súplicas de tu Iglesia; para que, destruida toda contradicción y error, te sirva con segura libertad”].

MARTES SANTO

Cambio: Se suprime la lectura de Mc. 14, 1-31 relativos a la Última Cena y a la institución de la Eucaristía con los que se iniciaba la lectura de la Pasión.  

MIÉRCOLES SANTO

Cambio: Se suprime la lectura de Lc. 22, 1-39 relativo a la institución de la Eucaristía y su relación con el sacrificio de la cruz.

JUEVES SANTO

1. Invento: Introducción de la estola como traje coral de los sacerdotes.

Práctica: Los sacerdotes y diáconos presentes usan el traje coral normal, sin estola, que se colocan solamente en el momento de la comunión.

De esta manera, se comienza con la construcción del mito de la concelebración del Jueves Santo que no se pudo imponer en ese momento, según el P. Braga, “porque la mentalidad de algunos miembros influyentes de la Comisión no estaba todavía preparada”. Quienes se habrían opuesto fueron el cardenal Cicognani y Mons. Dante. Es que había un sentimiento fuertemente hostil a la concelebración en ese día porque nunca había sido práctica tradicional en la Iglesia.

Altar del “Monumento”.

2. Invento: Se introduce la práctica de comulgar sólo con hostias consagradas ese día. 

Práctica tradicional: No hay ninguna mención acerca de con qué hostias había que comulgar. 

No se entiende muy bien el motivo de este cambio. La práctica romana del fermentum, históricamente probada, consistía en comulgar con una parte de la eucaristía del domingo precedente, como un modo de indicar la comunión de la Iglesia en el tiempo y en el espacio, en torno a la realidad del Cuerpo de Cristo. Con el cambio, se introduce una idea de presencia real ligada al día de la celebración y la obligación de comulgar las hostias consagradas en el mismo día. 

3. Cambio: Omisión del Confiteor del diácono o del ayudante antes de la comunión. 

Práctica tradicional: Se recita el Confiteor antes de la comunión.

De esa manera, se eliminaba el odiado –por los progresistas– tercer Confiteor, que no era una duplicación porque cuando se lo recitaba al pie del altar, al inicio de la Misa, era la confesión de la propia indignidad para celebrar el culto. Recitarlo antes de la comunión, es confesar la indignidad para recibir el Cuerpo de Cristo. 

Altar despojado luego del canto de Vísperas que sigue a la Misa y comienzo de la ceremonia del Mandatum.

4. Cambio: Terminada la Misa, se establece que hay que quitar no solamente los manteles del altar, sino también la cruz y los candelabros.  

Práctica tradicional: La cruz permanece velada y entronizada sobre el altar, en medio de los candelabros, a fin de ser develada el Viernes Santo. 

No hay motivos que expliquen este cambio. 

5. Cambio: Se permite que el lavado de los pies se haga después del Evangelio durante la Misa. Las rúbricas ya no mencionan que le sacerdote deba besar los pies después de lavarlos.

Práctica tradicional: El rito del mandatum se hace siempre después de la Misa, luego de haber retirado los manteles del altar. De ese modo, no se interrumpe la Misa y se respeta la sucesión cronológica descrita en los Evangelios.

Una de las razones que se adujo para justificar la reforma de la Semana Santa, fue el respeto a la veritas horarum, pero en este caso se hizo exactamente lo contrario: no solamente se anticipa o se atrasa un rito por exigencias prácticas, sino que se invierte el orden cronológico de los acontecimiento evangélicos en el interior del mismo rito. San Juan escribe que Nuestro Señor lavó los pies de sus discípulos “después de la cena” (Jn. 13, 12); no se entiende entonces por qué lo colocaron en medio mismo de la Misa, cuando doce laicos debían ingresar sin zapatos ni medias en el coro, comenzando ya la idea de desacralizar ese espacio. 

6. Cambio: Se especifica que se pueden cantar tantas antífonas como dure el lavado, pero nunca se puede omitir “Ubi caritas”. Se suprime la octava de las nueve antífonas.

Práctica tradicional: Se cantan las 9 antífonas durante el lavatorio, que sin duda se encuentran entre las piezas más bellas de todo el repertorio gregoriano.

De estas nueve, las primeras seis están tomadas del capítulo XIII del Evangelio de San Juan, la séptima del final del capítulo XIII de Primera de Corintios, el “Himno a la Caridad” de San Pablo. La octava es idéntica en texto, pero no en música, al Introito de la fiesta de la Santísima Trinidad, y la acompaña un versículo diferente; la última de estas nueve es el famoso cántico “Ubi caritas”.

Ceremonia del Mandatum, después de Misa. Pquia. Sssma. Trinidad de los Peregrinos, FSSP, Roma.

Todas las imágenes pertenecen al apostolado del Instituto del Buen Pastor en Bogotá, Colombia, el cual ha restaurado la celebración de la Semana Santa Tradicional.

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