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La liturgia tradicional y la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad en el mundo hispánico – Trinidad Dufourq

Charla de Trinidad Dufourq

Nos complace compartir el siguiente texto correspondiente a la charla dada por la Prof. Trinidad Dufourq en el VII Encuentro Pax Liturgica, celebrado en Roma el 28 de octubre de 2022, en el Instituto Patrístico Augustinianum, en el marco de la XI Peregrinación Ad Petri Sedem organizada por el Cœtus Internationalis Summorum Pontificum.


Para mí es una alegría y un honor estar aquí en este encuentro y agradezco a Christian Marquant por su invitación para hablar sobre el eclipse y el renacimiento de la Liturgia tradicional en Argentina y sobre la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad en el mundo hispánico. La Liturgia tradicional que nos une a todos hoy, que venimos como peregrinos para agradecer el motu proprio Summorum Pontificum, junto a la tumba del Apóstol San Pedro.

En realidad, esta charla tendría que haberla dado hace dos años, pero por razones de todos conocidas, no pude venir. En ese momento, en 2020, la situación del populus Summorum Pontificum era diferente, con grandes expectativas; todavía gozábamos de la tregua que representaron los 14 años transcurridos desde 2007 a 2021. De todas maneras, sigue siendo algo increíble que estemos aquí, y la situación es mucho mejor que antes del motu proprio del papa Benedicto [XVI]. En los años anteriores a 2007 hubiera sido impensable esta peregrinación, con fieles del Rito Romano tradicional provenientes de los cuatro puntos cardinales congregados para la Misa Solemne que se celebrará mañana en la Basílica de San Pedro.

En efecto, si en el año 2005, cuando el papa Benedicto XVI fue elegido, me hubieran pedido que hablara sobre la Liturgia tradicional en Argentina, tendría que haber declinado la invitación, ya que en ese entonces la Misa Tradicional prácticamente no existía. Nunca hubiese podido imaginar que apenas 17 años más tarde estaría en el corazón de Roma, con representantes del pueblo Summorum Pontificum provenientes del mundo entero, compartiendo la realidad de la pujanza y las expectativas del movimiento iniciado gracias al motu proprio en Argentina y en muchos otros países.

Y creo que la historia de la supervivencia y el resurgimiento de este rito, con sus peculiaridades, debe ser la misma en casi todas partes, con la salvedad de algunos países como Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, que constituyen casos aparte.

La Argentina forma parte del mundo hispano hablante; recibimos la fe de España, nación que después de largos siete siglos de reconquista de su territorio y de su fe, se lanzó a la evangelización de nuevos mundos, en América y hasta el vasto océano Pacífico, con las islas Filipinas. Destaco los orígenes de nuestra fe, porque presenta unas características semejantes a las de España, uno de cuyos rasgos ha sido la fidelidad a Roma

Primera parte: el contexto argentino en los años previos y posteriores al Concilio Vaticano II

Teniendo presente esta característica, veremos cuál era el contexto argentino en los años previos y los que siguieron al Concilio Vaticano II.

Antes del Concilio, los católicos eran mayoría en mi país. Católicos por tradición familiar y cultural, y con una asistencia a misa bastante baja en comparación con la cantidad de bautizados. La vida litúrgica de los que asistían a misa era despareja. Hubo, como en casi todas partes, una gran difusión de los misales bilingües a partir de comienzos del siglo XX, pero en contraste con eso, en los años 50 al menos, en algunos colegios salesianos, durante la misa se les leía a los alumnos “La juventud instruida”, un libro escrito por San Juan Bosco. En general, la misa que oían los fieles era la misa rezada, y a partir del pontificado de Pío XI, la misa dialogada. Eran pocos los lugares donde se podía oír la misa cantada, y menos aún, solemne. Y por fin, los fieles estaban acostumbrados a obedecer en todo a la jerarquía, representada en el terreno concreto por el cura párroco.

A- La Iglesia en Argentina

– Después del Concilio, la Iglesia argentina siguió siendo conservadora y fiel, en líneas generales, a la doctrina clásica tomista y tradicional.

B- Los argentinos

– Los argentinos seguían siendo en su mayoría católicos, aunque el porcentaje de los practicantes era bajo, tanto antes como después del Concilio. (Hoy, alrededor del 62 % según la encuesta del Conicet de 2019, y el 49 % según Latinobarómetro del año 2020). Lamentablemente, en muchos de los países iberoamericanos, incluido el Brasil, su número ha disminuido en forma drástica. Y la práctica tiende a la baja; probablemente, esta tendencia se haya acentuado tras el regreso del culto público después de la epidemia de Covid-19.

Resumiendo, la mentalidad del catolicismo argentino era parecida a la de España, muy respetuosa del orden y de la autoridad de Roma en particular. Exagerando apenas, el dogma de la infalibilidad papal se extendía a todos los actos y declaraciones magisteriales no sólo de los papas, sino de los obispos y sacerdotes.

La aplicación del Concilio fue más bien moderada, y contrariamente a lo que sucedió en una parte de Europa, no provocó muchas reacciones. En líneas generales, la jerarquía buscó no perder su predicamento con la base de los fieles de parroquia, procediendo con gradualidad en la aplicación de las reformas doctrinarias y cultuales.

Un ejemplo de ello lo podemos ver con relación a la distribución de la comunión en la boca. En el año 1968, el papa Pablo VI decidió consultar a los obispos del mundo entero sobre la actitud respecto del abuso de la comunión en la mano. En su respuesta, el episcopado argentino preguntó por qué se ponía a votación algo que constituía una violación de la disciplina; con ese mismo criterio por qué no se pone a deliberación también la recitación del Breviario, el control de la natalidad, el celibato, etc. Consideraba que hacer esta consulta era cooperar con la política del hecho consumado y legalizarlo. Sólo en 1996, 28 años más tarde, se introdujo esta práctica en Argentina, esta vez por iniciativa del mismo episcopado, y a pesar de que a ningún fiel, ni progresista ni conservador, se le había pasado por la cabeza la idea de comulgar en la mano. El único obispo que continuó con la disciplina tradicional, es decir, la comunión en la boca según lo dispuesto por Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini, fue Mons. Laise, obispo de San Luis, quien celebró la Misa de la peregrinación Summorum Pontificum en 2015, y escribió un libro sobre la Comunión en la mano.

Así, cuando se estableció la misa de Pablo VI, casi todos los sacerdotes adoptaron el nuevo rito, acostumbrados a la “obediencia”. En cambio, en España hubo un movimiento de sacerdotes que escribieron una carta a Roma, pidiendo que se les permitiera seguir celebrando el Rito Tradicional; pero cuando se les contestó que la voluntad del Papa era que aceptaran la Misa nueva, se echaron atrás. En Argentina, los fieles que se sintieron a disgusto con las reformas, no tuvieron opción. No creo que hayan sido muy numerosos, pero en todo caso no tenían cómo expresarse ni adónde ir a Misa Tradicional. Sé que personas de fe acendrada no vieron con buenos ojos la reforma, no por motivos doctrinales, sino porque era algo que iba contra su forma de rezar de toda la vida. Incluso los sacerdotes más tradicionales y algún obispo preocupados con la formación doctrinal y moral conformes con la doctrina católica de siempre de los seminaristas, no tuvieron reparo alguno con respecto a la reforma litúrgica. Celebraban los nuevos rituales en lengua vernácula y cambiaron la orientación del culto eucarístico sin problemas. Para ellos, si la reforma venía de Roma, no había nada que objetar.

En este contexto, Monseñor Lefebvre visitó la Argentina en dos ocasiones, en 1974, antes de ser sancionado; en esa oportunidad, predicó ejercicios espirituales en el seminario de una diócesis conservadora, a cuyo obispo había conocido en la primera sesión del Concilio Vaticano II. Pero cuando Mons. Lefebvre volvió en 1977, después de haber sido suspendido, su postura de “fidelidad a la Misa Tradicional”, supuestamente prohibida por el Vaticano, se vinculó con una ruptura con Roma, lo que resultaba difícilmente aceptable para un país conservador donde es tradicional la obediencia a la sede de Pedro. La misa prevista en la ciudad de Buenos Aires fue prohibida por el arzobispo porteño de la época y tuvo que celebrarse en una diócesis vecina, en una residencia particular. Mons. Lefebvre dio una conferencia de prensa y los medios lo calificaron de “obispo rebelde”.

¿Quiénes eran los que recibieron a Mons. Lefebvre en esta segunda visita? Católicos conservadores, laicos y algunos seminaristas diocesanos, perplejos ante los abusos en la Liturgia y la doctrina. Como dije antes, en la Argentina, los católicos estaban atentos a la ortodoxia doctrinal, pero la Liturgia no constituía una preocupación mayor.

Sin embargo, los viajes “misioneros” de Mons. Lefebvre tendrán como resultado la apertura de algunos centros de Misa Tradicional que, durante mucho tiempo, serán bastante marginales y los únicos donde se celebre de manera estable. Y también, la fundación de un seminario de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en Argentina en 1981. Como en otros países, la FSSPX no solo fue condenada al ostracismo por los obispos que la consideraban cismática; también los mismos seglares conservadores la rechazaban, para mostrar así su obediencia a Roma.

Segunda parte: Ecclesia Dei y Summorum Pontificum

En 1988, Mons. Lefebvre consagra a cuatro obispos y esto da pie al motu proprio Ecclesia Dei, que no tiene mucho efecto en Argentina, un país donde el movimiento tradicional está casi ausente. Además, el contexto de su publicación despertaba suspicacias, ya que los que se acogían a Ecclesia Dei eran vistos como sospechosos de haber sido cismáticos o haber simpatizado con un movimiento cismático. Solo un puñado de fieles juntó firmas para pedir al arzobispo de Buenos Aires que autorizara la celebración de una Misa Tradicional en la arquidiócesis, sin obtener respuesta.

En 2004, esos mismos fieles se dirigen al entonces obispo castrense, quien acoge favorablemente el pedido y comienza celebrar en su catedral en la ciudad de Buenos Aires, ubicada en un barrio de difícil acceso, por un período de tres años, hasta que pasa a ser emérito, y esa celebración cesa.

En definitiva, el motu proprio Ecclesia Dei es casi irrelevante entre los católicos conservadores del país.

En cambio, cuando veinte años después, se promulga el motu proprio de 2007 el contexto es muy diferente del de 1988.

En efecto, desde los años 90, la Iglesia argentina ha cambiado mucho: de conservadora se volvió progresista. En este marco y desvinculado de toda sospecha de relación con algún tipo de cisma, la promulgación del motu proprio por Benedicto XVI en 2007 tuvo una repercusión bastante mayor entre los grupos de fieles y sacerdotes que se enteraron de su existencia (ya que la jerarquía lo silenció totalmente; lo mismo dígase de los seminarios, donde el tema fue completamente silenciado). Pero en estos tiempos de Internet, las noticias no pasan ya por lo que se escuche en los sermones o las declaraciones de los obispos.

Esta favorable acogida por parte de los fieles se debe, por un lado, al hecho de que el motu proprio se inscribía en la hermenéutica de reforma en la continuidad, de “la reforma de la reforma”, es decir, la lucha contra los abusos, que encontraba eco en los sectores conservadores en Argentina, y, por el otro, sobre todo, a que la forma extraordinaria, como la llamó el papa Benedicto, contaba con el aval de Roma, mientras que hasta entonces se la presentaba como “prohibida”, o, al menos, en “desacuerdo” con el papa.

En Argentina, este movimiento será esencialmente diocesano. No hay comunidades tradicionales, y han sido infructuosos los intentos de traer a congregaciones exclusivamente tradicionales, a pesar de que hubo varias gestiones en ese sentido. Por lo tanto, la única comunidad religiosa tradicional es la FSSPX.

El hecho de que el movimiento sea diocesano hizo posible en varias parroquias, en primer lugar, que los fieles conocieran la forma extraordinaria y, en segundo lugar, que tuvieran la opción de asistir a ella. Esto cambió un tanto con la pandemia, ya que en mi país, como en tantos otros, el culto público fue suspendido, y cuando comenzaba a reactivarse, se publicó el motu proprio Traditionis Custodes que modificó la situación.

Tercera parte: la situación actual comparada con la situación anterior al motu proprio Summorum Pontificum

Para que tengan una idea más concreta, les voy a compartir algunos números.

  • En la Argentina hay 66 diócesis. En la mitad de ellas (31) se celebra la Liturgia tradicional. Al menos, hasta antes de la pandemia.
  • En esas diócesis donde se celebra la Misa Tradicional, existían al menos 54 centros de Misa, de los cuales:
    • La mitad (29) pertenecen a la FSSPX (incluyendo capillas donde hay una única celebración por mes).
    • Y la otra mitad (25), son celebraciones enmarcadas en el motu proprio.

Lo primero que podemos decir, es que, en las diócesis, se ha pasado de ninguna celebración a 25. También, destacar que aumentó, desde entonces, el número de asistentes a las capillas de la FSSPX, ya que, en muchos lugares, es la única que ofrece la posibilidad de asistir a Misa Tradicional. Se trata, en realidad, de fieles que conocieron la Misa o comenzaron a asistir a ella a partir del motu proprio. Hay que decir que, paradójicamente, la “liberalidad” de Francisco con la FSSPX permitió a muchos católicos conservadores asistir a sus liturgias y recibir los sacramentos sin escrúpulos de conciencia. A lo que hay que agregar que como fruto de las restricciones durante la pandemia y a la actitud de los obispos que prohibieron en muchos casos la comunión en la boca, muchos fieles desencantados provenientes de parroquias comenzaron a concurrir a las misas de la FSSPX.

En segundo lugar, hay un interés por parte de sacerdotes diocesanos; la Misa Tradicional no se enseña en ningún seminario; es decir, los seminaristas y sacerdotes se forman en un sistema paralelo a la formación regular. Sólo en un instituto religioso conservador los seminaristas tienen la posibilidad de aprender a celebrar el rito antiguo durante su formación.

Proyección a futuro

Si, en general, los obispos no se mostraban entusiastas a la hora de autorizar la Misa Tradicional en el marco de una parroquia, lamentablemente, después de Traditionis Custodes no hay muchas esperanzas de que los obispos vayan a permitir nuevas celebraciones. Pero al menos, en algunas diócesis, han autorizado la continuación de las que ya existían. A pesar de ello, en los 14 años transcurridos desde el motu proprio Summorum Pontificum, el crecimiento ha sido considerable y aunque con frenos, la Liturgia Tradicional continúa su camino, como lo demuestra la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad, de las que les voy a hablar enseguida.

También me gustaría añadir que, por iniciativa de grupos de laicos, se han fundado algunas escuelas hace pocos años, que podríamos calificar de no concertadas, a pesar de que en Argentina este tipo de escuelas no está reconocido oficialmente. En ellas, la Liturgia adoptada ha sido la tradicional. Esta es otra manera de hacer descubrir a muchas familias esta riqueza litúrgica multisecular.

Quinta parte: las peregrinaciones argentina y española de Nuestra Señora de la Cristiandad

Acabo de mencionar un hecho que surgió hace apenas doce años, y se multiplicó en forma espectacular: la peregrinación “Nuestra Señora de la Cristiandad” en mi país.

Hace un año, justamente, el presidente de Notre-Dame de Chrétienté, Jean de Tauriers, habló aquí de la dimensión misionera e internacional de la peregrinación de París a Chartres, que ha inspirado dos iniciativas: una en Argentina, desde hace 12 años, y otra en España, que este año realizó la segunda peregrinación. Aprovecho para saludar a los peregrinos franceses presentes hoy aquí.

¿Cómo nació esta iniciativa en el fin del mundo?

Un joven argentino, Nicolás Stier Laxague, participó en la peregrinación de Notre-Dame de Chrétienté entre París y Chartres y decidió hacer en Argentina una peregrinación cuyo eje fuera la Misa en la forma extraordinaria.

La primera peregrinación se realizó en 2010: 10 peregrinos que exploraron el camino, sin hacer ninguna “publicidad”. Fue algo así como un estudio de factibilidad del proyecto. Se trataba de peregrinar durante tres días, recorriendo los 100 km que unen un pueblo rural con el principal santuario mariano de Argentina, la basílica de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina. Allí se venera una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción que obró un milagro en 1630.

Al año siguiente, en 2011, se realiza la segunda peregrinación, a la que se invita haciendo una campaña de boca a boca, en la que participan alrededor de 50 personas.

Desde entonces, todos los años, se ha realizado la peregrinación. La realizada en agosto de este año contó con la asistencia de 1500 fieles y numerosos sacerdotes diocesanos, que además de celebrar la Misa Tradicional, también confesaban a los peregrinos. Un importante aumento en pocos años, a pesar de las dificultades, sobre todo las originadas en las restricciones impuestas por la jerarquía.

La peregrinación se realiza en torno a la fecha de la Asunción de Nuestra Señora, el 15 de agosto. Tengamos presente que en el hemisferio Sur es invierno. Sería imposible hacerla en verano, por las altas temperaturas. Durante los dos primeros días se celebra una misa de campaña, en Rito Tradicional. La peregrinación siempre culminaba con la celebración de la misa en la basílica que abriga la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, Paraguay y Uruguay. Pero el nuevo obispo, en los últimos dos años, se ha negado a conceder el permiso para la celebración tradicional, por lo cual, la misa hubo de ser celebrada al aire libre.

La peregrinación, para muchos fieles y sacerdotes, es la ocasión de descubrir la Misa Tradicional: varios sacerdotes la celebran por primera vez. Un buen número de los fieles que participan, no asisten normalmente a la Misa Tradicional, por no contar con ella en su ciudad, o simplemente, desconocer su existencia. En esta última edición, la mitad de los peregrinos asistieron a la Misa Tradicional por primera vez.

Me gustaría destacar también la dimensión internacional de la peregrinación. En 2018, participó un grupo de 40 peregrinos de Paraguay, que conformó un capítulo paraguayo. En 2019, 7 peregrinos de Brasil. Y este año, también hubo peregrinos paraguayos y brasileros.

En cuanto al perfil de los peregrinos, la mayoría de los fieles, casi un 80%, tienen menos de 28 años; en gran medida, estudiantes secundarios y universitarios. Y también participan familias con niños pequeños.

¿Por qué este éxito? Ciertamente, los mismos peregrinos son los mejores “propagandistas” de esta peregrinación tradicional. Pero hay otras razones que explican la multiplicación del número de peregrinos.

Por un lado, tal vez como reacción a una jerarquía cada vez más cercana a la “teología del pueblo”, pero más alejada de la doctrina y liturgia católica. Por otro lado, puede ser, en parte, como reacción frente a hechos que se han producido durante el actual pontificado, que abrieron los ojos de muchos frente a la habitual “papolatría” de los católicos argentinos, que comenzaron a cuestionar las decisiones pastorales del episcopado y de los párrocos. Muchos católicos conservadores que estaban conformes con los papados anteriores, al menos en el plano doctrinal, han dejado de estarlo con las nuevas líneas pastorales.

Esto los ha llevado a buscar una liturgia acorde con la doctrina tradicional.

Pienso sobre todo en los jóvenes que formarán una familia. Van a querer que sus hijos vivan la religión en un marco tradicional. Y por lo tanto, van a constituir, y de hecho ya constituyen, una fuerza de empuje que busca por todos los medios conseguir la celebración regular de la Misa, y todo lo que ella trae aparejado: catecismo, celebración de los sacramentos, amigos que compartan la misma vivencia y visión de la Liturgia y de la Fe. Para esta generación, la Misa Tradicional es nueva.

El título de esta conferencia hace mención a la peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad no sólo en Argentina sino también en el mundo hispánico. Por eso, es importante dedicar algunas palabras al caso de España, con la peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Covadonga, en el norte de ese país. La primera edición tuvo lugar en julio de 2021 y la segunda en julio de este año. La fecha y el recorrido de la peregrinación no podrían ser más significativos: los cien kilómetros se realizaron entre el 23 y el 25 de julio –solemnidad de Santiago Apóstol– desde Oviedo a Covadonga, donde Pelayo comenzó hace 1300 años la magna tarea de reconquistar para la Cristiandad a la España sometida al dominio islámico.

Cabe destacar que esta segunda edición reunió a mil peregrinos, en su mayoría jóvenes, provenientes de todos los rincones de España. Se destacaron los capítulos “de familias”, que aglutinan a decenas de jóvenes matrimonios. Los hijos, en vez de ser un impedimento para peregrinar, son para ellos una motivación más.

Por otro lado, también participaron decenas de sacerdotes y seminaristas provenientes de varios países –desde Estados Unidos o Francia hasta España y Argentina– y organizaciones religiosas cuyas diferencias quedaron prácticamente anuladas durante aquellos tres días por una pasión común: la Liturgia Tradicional.

Durante los tres días de marcha se celebró la Misa de campaña, además de administrar, los sacerdotes, el Sacramento de la Confesión. La peregrinación concluyó con la Santa Misa solemne en la basílica de Nuestra Señora de Covadonga, con júbilo impreso en las almas de los peregrinos, y presidida por Mons. Alberto González Chaves. En esta ocasión, el arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Monte, no solamente otorgó el permiso para la celebración sino que él mismo bendijo a los peregrinos antes de su partida en la catedral de Oviedo, y procuró que su oficina de prensa divulgara y alentara la participación de los fieles en la peregrinación. Se trata de una actitud que no podemos dejar de agradecer y que aparece muy lejana a la postura tomada por el obispo de Luján, en Argentina.

Aprovecho para saludar a los españoles que estén presentes hoy aquí, y alegrarme con ellos por esta peregrinación, que en su segundo año ya ha reunido a 1000 peregrinos, duplicando la participación del primer año, y a 60 sacerdotes, muchos de los cuales diocesanos y algunos de institutos religiosos tradicionales.

Para concluir, quisiera dejar una breve reflexión: lo ocurrido en Argentina y España con respecto a la difusión de la misa tradicional y la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad, muestra que cuando hay un grupo pequeño, aunque sea de solo cinco personas, pero determinado, que quiere la Misa Tradicional y se empeña en su celebración, hay esperanzas y no hay lugar para el desánimo. Como el grano de mostaza del que nos habla el Evangelio, la iniciativa irá creciendo de a poco, pues Dios no deja de bendecir a aquellos que poseen celo por el esplendor y la verdad de su culto. Además, y tal como enseña la teología católica, el bien se difunde por sí mismo, así como se difunde la luz de una fogata encendida en la oscuridad de la noche. La belleza y el bien de la Liturgia Tradicional es como esa fogata; nunca podrá ser apagada, más allá de los esfuerzos que hagan quienes, obnubilados por los fuegos fatuos del progreso, todavía insisten en perseguirla y prohibirla. Dios protegerá a los suyos, y no dejará de bendecir a quienes no dejan de presentar batalla en defensa del legado que recibimos de nuestros padres y de todos quienes nos precedieron en la fe: la Santa Misa.

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