Finalizamos con esta serie sobre las reformas de los ritos de Semana Santa, introducidos en 1955 por el papa Pío XII, y que son los que se encuentran en el misal de 1962, y prácticamente con la misma disposición en el misal de Pablo VI.

Vigilia Pascual

1. Invento: Se introduce una bendición del cirio pascual en el atrio, el cual debe ser sostenido por el diácono durante toda la ceremonia.

Práctica tradicional: Se bendice en el exterior de la iglesia el fuego nuevo y los granos de incienso pero no el cirio.

El fuego pasa al arúndine o “tricirio”, una especie de caña o asta con tres velas en su extremo, las cuales son encendidas progresivamente durante la procesión al interior del templo: de allí las tres invocaciones del Lumen Christi. Con una de estas candelas se enciende el cirio pascual que, desde el comienzo de la ceremonia, se encuentra colocado en el candelabro (en muchas iglesias paleocristianas la altura de este candelabro había exigido la construcción de un ambón a fin de poder alcanzar el cirio, tal como puede observarse en la catedral de San Mateo, en Salerno). El fuego es llevado por la caña con las tres velas –la Santísima Trinidad–, al gran cirio pascual –Cristo resucitado–, a fin de simbolizar que la resurrección es obra de la Trinidad.

Con esta reforma se convirtieron en inútiles justamente en el día del Sábado Santo, todos los candelabros pascuales, muchos de los cuales venían de los albores del cristianismo. Con el pretexto de volver a los orígenes, las obras de arte de la antigüedad se convierten en inservibles piezas de museo. Las tres invocaciones del Lumen Christi dejan de tener razón litúrgica. 

Bendición del fuego nuevo.

2. Invento: Colocación del cirio pascual en el centro del coro, después de una procesión en la que se lleva dentro de la iglesia que se ilumina progresivamente a cada invocación del Lumen Christi. A cada invocación se hace una genuflexión ante el cirio y a la tercera se ilumina la iglesia entera. 

Práctica tradicional: El cirio se encuentra apagado, generalmente del lado del Evangelio, y hacia él se acercan con la caña o arúndine el diácono y subdiácono para encenderlo durante el canto del Pregón Pascual.

Las únicas luces encendidas era las velas del tricirio hasta el canto del Exultet

3. Cambio: Torcimiento de la simbología del canto del Exultet y de su naturaleza de bendición diaconal. 

Práctica tradicional: El canto del Exultet comienza delante del cirio apagado, los granos de incienso se colocan cuando el pregón habla del incienso, el cirio se enciende junto a las luces de la iglesia cuando el texto hace referencia a estas acciones, las que junto al canto constituyen la bendición.

Aunque varios reformadores querían torcer esta ceremonia, otro miembros de la Comisión se opusieron por lo que el resultado fue el pasticcio de un canto tradicional asociado a un rito totalmente alterado. Y sucede entonces que uno de los momentos más significativos de todo el ciclo litúrgico se convierte en una escena teatral de gran incoherencia. En efecto, las acciones de las que habla el cantor del Exultet –en el rito alterado– han sido realizadas media hora antes en el atrio del templo. Se canta sobre la inserción de los granos de incienso suscipe pater incensi huius sacrificium vespertinum, pero éstos ya están clavados en el cirio. Se alaba el encendido del cirio con la luz de la Resurrección sed iam columnæ huius præconia novimus quam in honorem Dei rutilans ignis accendit, pero el cirio hace rato que está encendido. La simbología de la luz se desnaturaliza porque cuando se canta triunfalmente la orden de encender todas las luces, símbolo de la Resurrección, alitur enim liquantibus ceris, quas in substantiam pretiosæ huius lampadis apis mater eduxit, hace tiempo que toda la iglesia está iluminada por los cirios que sostienen los fieles. Es una incomprensible simbología en la que las palabras pronunciadas no tienen relación con la realidad del rito. 

Por otro lado, el canto del pregón pascual constituía junto a los gestos que lo acompañaban la bendición diaconal por excelencia. Pero con la reforma, el cirio es bendecido con agua en el exterior de la iglesia.

Canto del Exultet o Pregón y posterior encendida del Cirio Pascual con el tricirio.

4. Cambio: Introducción de la práctica de dividir las letanías en dos partes, insertando en el medio la bendición del agua bautismal. 

Práctica tradicional: Terminada la bendición de la fuente bautismal, se cantan las letanías que preceden la Misa. 

5. Invento: Bendición del agua bautismal en una palangana en el centro del coro, con el celebrante cara al pueblo y de espaldas al altar.

Práctica tradicional: La bendición del agua bautismal se hace en el bautisterio, que está fuera de la iglesia o al fondo de ella. Los eventuales catecúmenos son recibidos en el ingreso del templo, y allí son bautizados, y podían después acceder a la nave, pero no al coro, como es lógico, ni antes ni después del bautismo.

En la práctica, se trató de sustituir la fuente bautismal por una cacerola de gran tamaño colocada en el centro del coro, y el motivo fue para que todos los ritos fueran realizados por los ministros cara al pueblo, según aparece claramente afirmado en los documentos de la Comisión, “a fin de que los fieles sean verdaderos actores de la celebración… por eso la Comisión ha escuchado las aspiraciones fundadas del pueblo de Dios… porque la Iglesia está abierta a los fermentos de la renovación”.

Difícilmente podría comprobarse que el pueblo haya solicitado estos cambios que terminaron por destruir todo el orden de la arquitectura sagrada desde sus mismos orígenes hasta la actualidad. En una época, el bautisterio con la fuente bautismal estaba fuera de la iglesia, y más tarde, en su interior pero junto a la entrada, ya que el bautismo es la “puerta de los sacramentos”, que hace miembro de la Iglesia a quien está fuera de ella. 

6. Cambio: Alteración de la simbología del canto sicut cervus

Práctica tradicional: Al finalizar el canto de las profecías, el celebrante se dirije hacia la fuente bautismal para proceder a la bendición del agua y al bautismo de los catecúmenos, mientras se canta el Sicut cervus. El canto precede, lógicamente, la administración del bautismo. 

Como la bendición del agua se hizo en el coro, fue necesario inventar alguna ceremonia para llevarla al bautisterio, la cual se hace cantando el Sicut cervus, es decir la parte del salmo 41 que hace referencia a la sed que le sobreviene al ciervo después de haber sido mordido por la serpiente, y que se extingue solamente bebiendo el agua salvadora. Pero con los cambios, resulta que el ciervo ya ha bebido (el bautismo ha sido conferido). La simbología queda totalmente alterada. 

Infusión del Óleo de los Catecúmenos y del Santo Crisma durante la consagración de las aguas de la pila bautismal.

7. Invento: Se introduce ex nihilo la renovación de las promesas bautismales.

Práctica tradicional: No existe renovación de las promesas bautismales y, en esta modalidad, no había existido nunca antes en las liturgias de Oriente y Occidente.

Se trata de una “creación pastoral” que no tienen ningún asidero litúrgico, con el fin de “tomar conciencia” de los sacramentos recibidos en el pasado. De un modo análogo se procede en la misa crismal del Jueves Santo con la renovación de las promesas sacerdotales. Con estas prácticas se introduce un vínculo entre el orden sacramental y el orden sentimental-emocional, entre eficacia del sacramento y toma de conciencia. Estas prácticas, que no tienen ningún fundamento ni en la Escritura ni en la praxis de la Iglesia, pareciera ser un débil convencimiento en la eficacia de los sacramentos.  

8. Cambio: Se introduce sin ninguna justificación litúrgica, la segunda parte de las letanías dejadas a la mitad antes de la bendición del agua bautismal.

Práctica tradicional: Las letanías se cantan íntegramente y sin interrupciones después de la bendición de la fuente bautismal y antes de la Misa.

Se trata de una innovación incoherente e incomprensible.

Postración durante las letanías de los santos previas a la Misa.

9. Cambio: Supresión de las oraciones al pie del altar, del salmo Iudica me Deus y del Confiteor al inicio de la Misa.

Práctica tradicional: La Misa se inicia con las oraciones al pie del altar, el salmo 42 y el Confiteor

Se trata de un claro antecedente de los que sucederá algunos años más adelante, con el Novus Ordo Missæ, en el cual se suprime definitivamente el salmo Iudica, que recordaba la indignidad del sacerdote que accede al altar. 

10. Cambio: En el mismo decreto se abolen todos los ritos de la Vigilia de Pentecostés con excepción de la Misa. 

Práctica tradicional: La Vigilia de Pentecostés posee una serie de ritos particulares a los cuales se hace referencia en el hanc igitur de la Misa. 

Se trata de una ignominiosa e indignante abolición. El día de Pentecostés tenía, desde los más remotos tiempos, una vigilia similar a la vigilia pascual. Según los documentos de la Comisión, no hubo tiempo para reformarla y, por otro lado, no se la podía mantener en tanto que cincuenta días antes se habría celebrado una vigilia pascual totalmente reformada.

Consecuentemente, se decidió eliminarla ignorando más de un milenio de tradición.

Confiteor al comienzo de la Misa de la Vigilia Pascual.

Todas las imágenes pertenecen al apostolado del Instituto del Buen Pastor en Bogotá, Colombia, el cual ha restaurado la celebración de la Semana Santa Tradicional.

Misa de Presantificados

1. Invento: Se impone un nuevo nombre: “Solemne acción litúrgica del Viernes Santo”, eliminando la antiquísima Feria sexta in Parasceve y la “Misa de presantificados”. 

Práctica tradicional: El nombre de “presantificados” subraya la consagración de las especies eucarísticas que había tenido lugar en un oficio precedente y se relacionaba con el rito eucarístico.

Esto era particularmente antipático para la Comisión –a pesar de que existe en todos los ritos católicos–, por lo que decidió “reducir la amplificación estructural del Medioevo que aparecía en la así llama ‘misa de presantificados’, y retornar a las líneas severas y puras de una grandiosa comunión general”.  

2. Cambio: El altar no tiene más la cruz velada.

Práctica tradicional: La cruz velada permanece en su lugar, o sea, sobre el altar desnudo y rodeada por dos candelabros.

La imagen de la cruz había sido velada en el primer domingo de Pasión, a fin de que permaneciera en su lugar natural –es decir, sobre el altar–, y fuera develada solemne y públicamente el Viernes Santo, día del triunfo de la Pasión redentora. Con la reforma, la cruz es guardada en la sacristía la tarde del Jueves Santo, sin ninguna solemnidad, junto a los manteles del altar. Es llamativo que el día más importante de su historia, la cruz esté ausente del altar.

3. Cambio: Los manteles del altar no están extendidos desde el inicio de la ceremonia e, igualmente, el sacerdote no usa la casulla desde el inicio sino solamente alba y estola. 

Práctica tradicional: El sacerdote y los ministros usan casullas negras y, llegados al altar, se postran mientras los acólitos extienden un solo mantel sobre el mismo.

El hecho de que el sacerdote y los ministros usen casullas, y para un rito que no era strictu sensu la Misa, testimonia al antigüedad de esta ceremonia. La Comisión por una parte, sostenía que las ceremonias del Viernes Santo estaban constituidas por “elementos que, desde la antigüedad, permanecieron sustancialmente intactos”, y por otra, introdujeron modificaciones que separaran la liturgia eucarística de la “primera parte de la liturgia, la liturgia de la palabra”. Esta distinción moderna que luego pasará el Novus ordo missae de Pablo VI, ya estaba aquí presente y, según el P. Braga, debía ser significada por el hecho que el sacerdote usara solamente la estola y no la casulla. 

(No trataremos aquí la cuestión de la oración por los judíos que requiere precisiones filológicas. Los interesados sobre el tema pueden ver este artículo).

4. Cambio: La lectura del Evangelio no es más distinta de la lectura de la Pasión.

Práctica tradicional: El Evangelio se canta en un tono distinto de la Pasión aunque, en este día de luto, sin incienso ni candelabros. 

5. Invento: Para la séptima oración se introduce el nombre “Pro unitate Ecclesiæ”.  

Práctica tradicional: La oración no tiene ese nombre ambiguo.

Con la ambigüedad expresiva se introduce la idea de la Iglesia en búsqueda de su propia unidad social que todavía no habría alcanzado. Los que están fuera de la Iglesia deben volver a ella, deben volver a una unidad que ya existe, y no reunirse con los católicos a fin de dar lugar a una unidad que todavía no existe. Según el P. Braga, el objetivo de la Comisión había sido eliminar de la oración algunas palabras que hablaban de las almas engañadas por el demonio y arrastradas por la maldad de la herejía “animas diabolica fraude deceptas” y “hæretica pravitate”.Y también las que pedían el retorno de los que están equivocados a la verdad: “errantium corda resipiscant, et ad veritatis tuæ redeant unitatem”.Sin embargo, no pudieron alcanzar en ese momento sus objetivos.

La Adoración de la Cruz se realiza postrados, tanto ministros como fieles.

6. Invento: Procesión de retorno solemne de la cruz desde la sacristía al templo.

Práctica tradicional: La cruz permanece velada sobre el altar, y se devela públicamente en el presbiterio, es decir, en el lugar donde había permanecido velada durante dos semanas. 

En la liturgia, lo que parte en procesión solemne, retorna en procesión solemne. En esta caso, la cruz había partido casi a las escondidas la tarde del Jueves Santo cuando se desnudaba el altar. No se comprende el significado litúrgico de esta innovación. Quizás se trate del intento de restituir el rito que tenía lugar en Jerusalén durante los siglos IV-V según lo relata Egeria: “En Jerusalén, la adoración se hacía sobre el Gólgota”, y la peregrina española recuerda que “la comunidad se reunía temprano por la mañana. Delante del obispo […] se traía el relicario de plata con las reliquias de la cruz”. Lo curioso es que esta dudosa reconstrucción de un rito no se realiza en el Monte Calvario ni en la liturgia jerosolimitana de los primeros siglos, sino en Occidente y en la liturgia romana.

7. Cambio: Se reduce la importancia de la procesión eucarística.

Práctica tradicional: El Santísimo Sacramento retorna en una procesión con solemnidad similar a la del día precedente, y la realiza el celebrante. 

La Comisión decide reducir la procesión del retorno del Cuerpo de Cristo a una forma casi privada. El Santísimo había sido llevado el día anterior solemnemente al Sepulcro (este es el nombre que utiliza toda la tradición cristiana, incluso el Memoriale Rituum y la Congregación de Ritos) y parece lógico y litúrgico que del mismo modo retornara. Pareciera una reducción de los honores que se rinden al Santísimo Sacramento. Incluso, en el caso de la misa solemne, es el diácono quien lo trae y no el sacerdote.

8. Cambio: Eliminación de las incensaciones al Santísimo Sacramento.

Práctica tradicional: La hostia consagrada es incensada como de costumbre, pero no así el celebrante. Los signos de luto son claros pero no se extienden al Santísimo.

9. Cambio: Introducción del Padrenuestro rezado por los fieles.

Práctica tradicional: El Padrenuestro es rezado solamente por el sacerdote, como siempre. 

“La preocupación pastoral de una participación consciente y activa de la comunidad cristiana” es dominante. Los fieles deben ser “verdaderos actores de la celebración… y era esto lo que pedían los fieles, sobre todo aquellos más sensibles a la nueva espiritualidad… La Comisión ha escuchado las aspiraciones fundadas del pueblo de Dios”

Habría que demostrar que estas aspiraciones eran de los fieles y no de un grupo de liturgistas de vanguardia. Y habría que explicitar también qué entendía la Comisión por “nueva espiritualidad”

10. Cambio: Eliminación de la oración con referencias al sacrificio durante la consumición de la hostia. 

Práctica tradicional: Se mantiene la oración “Orate fratres ut meum ac vestrum sacrificium…” aunque no seguía la respuesta acostumbrada.

Es verdad que en este día no se tiene, strictu sensu, el sacrificio eucarístico pero también es verdad que la consumición de la víctima inmolada el día anterior es una parte, aunque no esencial, del sacrificio. 

Durante la Misa de Presantificados se eleva la Hostia sobre la patena con una sola mano.

11. Cambio: Eliminación de la inmisión de una parte de la hostia consagrada en el vino del cáliz.

Práctica tradicional: Se introduce una partícula de la hostia consagrada en el vino, pero se omiten las oraciones relativas a la consumición de la Sangre. 

La inmisión de una parte de la hostia consagrada en el vino no consagrado –práctica que también mantiene el rito bizantino–, evidentemente no consagra al vino, y nunca esto fue creído por la Iglesia. Simplemente esta unión manifiesta simbólicamente, aunque no realmente, la reunificación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, y la unidad del Cuerpo Místico en la vida eterna. Las Memorias de la Comisión indican que sus integrantes eliminaron este rito porque, según afirmaban, existía desde el Medioevo debido a una creencia errónea según la cual, la inmisión de la hostia consagrada consagraba también el vino; una especie de ósmosis sacramental… Hay que decir, en primer lugar, que no está comprobado de ninguna manera que esa haya sido la opinión corriente, y afirmar siquiera esta posibilidad, implicaría que la Iglesia Romana hubiese mantenido durante siglos una práctica errónea sin querer modificarla, errando de ese modo sobre un hecho dogmático. Estas afirmaciones de la Comisión se entiende en el marco del racionalismo positivista que estaba de moda en los ’50.

12. Cambio: El cambio de los horarios de la celebración terminó por crear notables problemas pastorales y litúrgicos. 

Práctica tradicional: La misa de presantificados de Viernes Santo tenía lugar durante la mañana del Viernes Santo.

Esta práctica permitía que durante la tarde tuvieran lugar diversas expresiones de la piedad popular, como el Vía Crucis, la predicación de las Siete Palabras, el Sermón de Soledad, las procesiones tan típicas de la Semana Santa andaluza, y muchísimas más que se enraizaban en las tradiciones de cada lugar. Claramente, la “reforma pastoral” no fue pastoral porque había nacido de expertos que no tenían contacto real con las parroquias ni con la devoción y la piedad popular, a la que muchas veces despreciaban. 

Según los reformadores, en la tarde del Viernes Santo se creaba un vacío litúrgico que era llenado con “devociones populares”, y para remediar esta situación decidieron cambiar el horario y dictaminar que la ahora llamada “acción litúrgica” sea a las 15 hs. Se intento solucionar el “escándalo” de las devociones populares con el peor de los métodos pastorales, que es el de omitir las prácticas populares y no darles ninguna importancia. 

Todas las imágenes pertenecen al apostolado del Instituto del Buen Pastor en Bogotá, Colombia, el cual ha restaurado la celebración de la Semana Santa Tradicional.

Misa de Presantificados, Pquia. Ssma. Trinidad de los Peregrinos, FSSP, Roma.