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01 de enero y la Maternidad de la Virgen María

Este es un artículo que unifica otros dos realizados por Gregory DiPippo para el sitio The New Liturgical Movement.

Como señalé en un artículo anterior, los académicos litúrgicos del período preconciliar creyeron erróneamente que la conmemoración de la Circuncisión fue adoptada en el rito romano a partir del galicano. Esto dejaba la pregunta de cómo el rito romano celebraba el 1 de enero antes de que aquello ocurriera. En 1933, dom Bernard Botte OSB propuso, basándose en la evidencia de algunos antifonarios antiguos, que en la primera mitad del siglo VII, el día se celebraba en Roma como una fiesta de la Virgen María. Según su teoría, luego se transformó unas décadas más tarde en la “Octava del Señor”, el título que tiene el día en los manuscritos más antiguos, y aún más tarde, se renombró como la Circuncisión. Aunque su hipótesis no fue aceptada universalmente en ese momento, fue por supuesto la teoría detrás de la invención de la Solemnidad de Santa María, que reemplazó a la antigua celebración en la reforma postconciliar.

En un artículo de 1994 en la revista Ecclesia Orans, publicada por el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo en Roma, dom Jacques-Marie Guilmard OSB, monje de la abadía de Solesmes, demostró que, en realidad, la verdad es exactamente lo contrario (¿Una antigua fiesta mariana el 1 de enero en la ciudad de Roma? Ecclesia Orans 1-1, 1994): “Para la Roma de principios del siglo VII, el 1 de enero no es una fiesta religiosa, ni una misa para toda la ciudad, ni una verdadera celebración mariana, ni una preparación para las grandes fiestas marianas… La loable novedad que consiste en celebrar a Nuestra Señora ocho días después de Navidad fue inspirada por un error litúrgico. La iniciativa vino de la Galia a finales del siglo VIII”.

En un sacramentario gelasiano de principios del siglo VIII (ms. Vatican Reginensis 316), la misa de la “Octava del Señor” es la descrita en mi artículo anterior sobre este tema; las únicas referencias a la Virgen María son las contenidas en el prefacio. Inmediatamente después está la Misa “ad prohibendum ab idolis”. En el Sacramentario de Gellone, otro de tipo gelasiano escrito en las dos últimas décadas del mismo siglo, aparecen las mismas dos misas, con todas las mismas oraciones; sin embargo, se ha insertado entre ellas “otra misa de la Octava del Señor”, como se la denomina. La colecta de esta última, Deus qui salutis, es la misma que se dice en la Circuncisión en el misal de san Pío V: «Oh Dios, que por la virginidad fecunda de la bienaventurada María otorgaste al género humano los premios de la salvación eterna: concédenos, te rogamos, que experimentemos su intercesión por nosotros, por quien hemos sido hechos dignos de recibir al autor de la vida».

Folio 9r del Sacramentario Gellone, con la segunda Misa de la Octava del Señor, que comienza con la oración Deus qui salutis. La Misa “ad prohibendum ab idolis” comienza junto al hombre de bigote; muy a menudo no hay una conexión discernible entre el texto litúrgico y la ilustración marginal, como sucede aquí.

Esta segunda Misa tiene una segunda colecta, dos secretas (pero sin prefacio propio) y una poscomunión, ninguna de las cuales menciona a la Virgen María. También tiene una oración “ad populum”, como las que se dicen en el Misal Romano en los días feriales de Cuaresma, que se refiere a “Simeón el Justo”; esto se relaciona con el Evangelio más largo de Lucas 2 (versículos 21-40 o 21-33) atestiguado en los leccionarios antiguos para este día. La primer oración secreta (Muneribus nostris) y la poscomunión (Haec nos communio) de esta Misa son también las que se encuentran en el misal de san Pío V, pero sin las palabras “intercedente beata Virgine Dei Genitrice Maria” en este último, que son una interpolación posterior.

La mayoría de los sacramentarios gregorianos del período poscarolingio (mediados del siglo IX – X) reproducen este mismo grupo de oraciones, tomadas como una unidad del Gelasiano. En todos ellos, sin embargo, la misa se titula “la Octava del Señor”, y ninguno de ellos utiliza el título que se encuentra en aquellos antifonarios que dan una misa de la Virgen, conocida por su introito como Vultum tuum. Aquellos de los cuales mantienen el prefacio propio del día también cambian su prefacio, de “así como celebramos hoy la octava de su Nacimiento” a “así como celebramos el día de su Circuncisión, y la octava de su Nacimiento”. En este período, también encontramos una bendición solemne añadida a la misa pontifical después del “Pax Domini sit semper vobiscum”; esto todavía se encuentra en las últimas ediciones del misal de Sarum, y fue la inspiración para las bendiciones solemnes opcionales en la reforma postconciliar. En el Sacramentario de Drogo, obispo de Metz (845-55), las tres invocaciones propias de esta bendición para el 1 de enero se refieren todas únicamente a la Circuncisión, y en absoluto a la Virgen María.

Folios 32v y 33r del Sacramentario de Drogo, obispo de Metz, 845-55 (Bibliothèque nationale de France. Département des Manuscrits. Latín 9428) que muestran las dos primeras páginas (de tres) de la misa de la Octava del Señor: la colecta, la secreta (llamada Super oblata), el prefacio y la solemne bendición pontifical.

Los usos medievales posteriores adaptaron estas tradiciones variadas de los primeros sacramentarios de muchas maneras diferentes. La colecta del 1 de enero podía ser Deus, qui nobis nati de la antigua misa de la octava, o la colecta mariana más nueva Deus qui salutis, con sus secretas y poscomuniones acompañantes. Sin embargo, hay una uniformidad casi absoluta en que las partes del canto gregoriano se repiten a partir de la tercera misa de Navidad (Puer natus est), con la excepción del propio aleluya Multifarie. Las palabras “intercedente beata Dei Genitrice Maria” a menudo se encuentran interpoladas en la secreta y la poscomunión del último conjunto, pero no siempre; tan tardíamente como en 1578, están ausentes del misal premonstratense. Estas mismas oraciones se encuentran casi invariablemente en los misales medievales en la misa votiva de la Virgen María para el tiempo entre Navidad y la Purificación, muy a menudo con el Introito Vultum tuum, pero también con Salve, Sancta Parens (este último está designado para la Solemnidad de Santa María en el misal postconciliar).

En resumen, entonces, los elementos marianos en la misa del 1 de enero consisten en una sola colecta, que ciertamente estuvo muy difundida a través de los muchos usos del rito romano, y una interpolación parentética posterior en la poscomunión acompañante, y ocasionalmente también en la secreta.

La Virgen María es ciertamente más prominente en los textos del Oficio que de la misa, y esto se aduce a menudo como evidencia del carácter mariano original del día. La Enciclopedia Católica exagera cuando dice, en su artículo sobre la fiesta de la Circuncisión, «en el Oficio, las respuestas y antífonas exponen sus privilegios y ensalzan sus maravillosas prerrogativas. Los salmos de vísperas son los que se designan para sus fiestas, y las antífonas y el himno de Laudes la tienen constantemente presente”. En el Breviario Romano, las antífonas de Maitines se refieren todas únicamente a Cristo; es tentador especular que la antífona del Salmo 23, “Alzaos, puertas eternas, y entrará el Rey de la gloria” se refiere a la antigua costumbre por la cual también se leía en la misa el relato de la Presentación. Los primeros tres responsorios del Breviario Romano también se refieren únicamente a Cristo, y cinco a Él y a Su Madre, pero en el Breviario Monástico, la proporción es de 7 y 5. Entre las antífonas de los salmos de Laudes, la Virgen es mencionada de pasada en los dos primeros, y el sujeto de una cláusula en cada uno de los dos últimos; sólo el del medio, “Rubum quem viderat”, se refiere principalmente a Ella. Los himnos simplemente se repiten desde Navidad. De las tres antífonas de los cánticos evangélicos, la de las Segundas Vísperas, Magnum hereditatis mysterium, la menciona de forma destacada, pero las otras dos no la mencionan en absoluto.

Como se ha dicho antes, es una característica común de las liturgias occidentales del 1 de enero tener algún elemento con el que la Iglesia responde a las desenfrenadas celebraciones paganas del Año Nuevo. Este tema es muy prominente en el rito ambrosiano; la mayoría de las antífonas de su Oficio del día se refieren a él, y no al Nacimiento o Circuncisión de Cristo, ni a la Virgen María. Sin embargo, incluso aquí, las oraciones de la misa y el Oficio están tomadas de las antiguas misas gelasianas de la Octava del Señor, y no de aquella “para la prohibición de los ídolos”. La única oración que menciona a la Virgen María es la colecta Deus qui salutis; en el resto de la misa y Oficio, Ella apenas aparece.

En el rito romano, sólo queda una pequeña referencia a la antigua misa contra los ídolos. Aunque las partes gregorianas de la Circuncisión se repiten en su mayoría a partir de la tercera misa de Navidad, la Epístola, Tito 2, 11-15, se repite desde la primera misa, debido a las siguientes palabras: “la gracia de Dios nuestro Salvador se ha manifestado a todos los hombres; enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente”.

A pesar de todo esto, en la reforma litúrgica posconciliar se suprimió la Octava de Navidad y Circuncisión del Señor, creándose en su lugar la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, con la consecuente eliminación de la fiesta de la Maternidad de la Santísima Virgen del 11 de octubre, establecida por Pío XI en 1931 en conmemoración del XV centenario del Concilio de Éfeso en el cual se proclamó ese dogma, por considerarla superflua. La relación oficial de los cambios realizados en el calendario, publicada por la Imprenta Políglota Vaticana en 1969, explica la nueva fiesta tomando como referencia a la “Synaxis de la Madre de Dios” que el rito bizantino celebra el 26 de diciembre.

Pero, en realidad, esta última celebración tiene su origen en una particular costumbre bizantina, según la cual, después de varias fiestas importantes, se celebra la conmemoración de una persona sagrada que figura de forma destacada en la fiesta, pero que, por así decirlo, queda eclipsada por otra. Estas fiestas se denominan habitualmente, aunque no siempre, «σύναξις (synaxis)» en griego, «собóръ (sobor)» en eslavo eclesiástico; la de san Juan Bautista se celebra el 7 de enero, el día después del Bautismo del Señor; la de san Gabriel, el día después de la Anunciación; la de los Doce Apóstoles, después de san Pedro y san Pablo; y la de los santos Joaquín y Ana, los padres de la Virgen, el día después de su Natividad. No son éstas las fiestas principales de las personas honradas por estas “synaxis”, incluso se encuentran en el calendario bizantino las fiestas de san Juan el 24 de junio y el 29 de agosto, de san Gabriel el 11 de junio, de los Apóstoles cada uno en su propio día (raramente el mismo que en el rito romano), y de santa Ana el 26 de julio.

Fuentes:

https://www.newliturgicalmovement.org/2023/01/the-marian-character-of-feast-of.html

https://www.newliturgicalmovement.org/2022/10/the-maternity-of-virgin-mary.html

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